Les parapluies de Cherbourg | 1964 | Dirección: Jacques Demy Guión: Jacques Demy Reparto: Catherine Deneuve, Nino Castelnuovo, Anne Vernon, Ellen Farner, Jean Champion
‘Nouevelle
Vague’ (Nueva ola), ganas de innovar, quebrar esquemas, huir de formas
convencionales. Un grupo de críticos franceses, creadores de la icónica Cahiers
du cinèma, se pasaron al cine para aportar películas rompedoras, cargadas de
frescura. Jacques Demy es uno entre tantos ejemplos, con Los paraguas de
Cherburgo marcó un hito sin precedentes en la historia del celuloide: una
película cuyos diálogos (todos, sin excepción) son cantados por los personajes.
Un musical llevado al extremo.
La
historia se divide en tres capítulos:
La
partida
-Pareces
triste.
-No,
más bien tú estás demasiado feliz.
Demy presenta a sus enamorados, Guy y
Geneviève, una pareja de soñadores, jóvenes e inocentes. No paran de decirse (o
mejor dicho, cantarse) cuánto se aman. Hablan del futuro, planes de boda, los
hijos que tendrán. Ambos provienen de familias humildes y precisamente esa
condición parece preocuparle a la madre de Geneviève, a quien le gustaría que
su hija criase a su familia en un ambiente menos modesto. Un día Guy recibe una
carta: debe cumplir servicio militar en Argelia durante dos años. Ella promete
esperar y seguir amándole.
La
ausencia
En la juventud los sueños son demasiado
frágiles y no hay nada peor que el tiempo y la distancia. Geneviève es
cortejada por el señor Roland, un hombre de clase alta, adorado por su madre.
La madurez y la toma de decisiones irrumpen en la vida de Geneviève. Los paseos
por el puerto ya son lo mismo, pero no se deja influenciar por los amores de
verano, por las promesas juveniles. Deja de soñar. Su vida comienza de nuevo.
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El
regreso
Guy vuelve a Cherburgo para encontrarse con
la melancolía y la tristeza del desamor. Deambula malhumorado por los bares,
por el trabajo, sin rumbo. Pero el destino ofrece nuevas oportunidades, puede
que no tan idílicas, puede que mejores de lo que esperábamos. O puede que,
simplemente, sea una vida diferente, ni mejor ni peor.
Epílogo
El azar cruza las miradas de Geneviève y Guy.
Él vive con su familia de forma humilde, bajo el negocio que él mismo ha
levantado. Ella conduce su Mercedes, comprado por su marido, al igual que sus
lujosas joyas y su hermoso abrigo.
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En la vida no siempre hay espacio para los
finales felices. Y solo en el cine se muere de amor. Jacques Demy se mueve al
filo de la cursilería, pero Los paraguas de Cherburgo no cae en lo pasteloso y
banal. La música, las canciones, la danza, los colores vivos, el vestuario
acorde con los decorados, configuran un mundo de ensueño y fantasía, que al
mismo tiempo consigue ser tan real y cercano como la vida misma, donde conviven
las alegrías y las desilusiones, el amor y el desamor.
Llama la atención el espacio temporal que
cubre la historia. Comienza en 1957, al igual que lo hizo la Nouvelle Vague.
Demy concluye su obra mostrando los diferentes caminos que han tomado los
personajes, a través de la diferencia de clases. La famosa corriente
cinematográfica también terminó de esa forma. Jóvenes cineastas soñaron con un
tipo de cine, pero evolucionaron por separado, tomando decisiones distintas,
ofreciendo películas dispares. Jean-Luc Godard ha declarado varias veces su
desencanto con el cine de François Truffaut porque “no era el cine con el que
habíamos soñado”. Puede que la similitud no sea más que una mera coincidencia,
pero visto en perspectiva, la metáfora de Jacques Demy resulta muy acertada.
Fdo: Ferrandis
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